¡Hola Soñadores!
Comenzando una nueva semana, en la que tengo dos parciales D: y solo estoy estudiando para uno -3- pero espero pasarlo y concentrarme en el otro al cien por ciento.
Hoy les traigo una nueva escena del desafío Escenas de libros en la que tengo que aclarar dos cosas. La primera, es una escena de una celebración, en esta parte se está celebrando un matrimonio, solo puse la parte de los votos porque en si, la fiesta dura un capítulo entero y como que es un poco mucho.
La segunda es que si se lee la cita sin saber de qué va la historia, puede parecer perturbador. Pero ClanFintan es un centauro, pero no pasa nada que pueda ser considerado perverso ni nada. Por suerte, sino, ni lo hubiera leído.
Autora: P. C. Casta
Escena: Una escena de una celebración
Alanna y yo bajamos las escaleras del estrado, y ClanFintan se apartó un poco para cederme el paso. Sin embargo, quedó muy cerca de mí. Era muy alto, y parecía que llenaba todo el espacio. En aquel momento percibí su olor. Era un poco equino, pero no desagradable. Como una mezcla de hierba dulce y hombre cálido.
Él me tomó de la mano, y yo me sobresalté. Alanna cubrió mi gritito diciendo:
—Mi señora está lista para continuar.
Y un cuerno.
La mano de ClanFintan era caliente y dura. Casi ardía. Miré hacia abajo y comprobé que abarcaba por completo la mía. Tenía la piel bronceada. Al oír su voz, miré hacia arriba.
—Yo, El ClanFintan, os tomo a vos, Rhiannon MacCallan, en matrimonio en el día de hoy. Os protegeré del fuego aunque el Sol caiga a la Tierra, del agua aunque los mares bramen y de la tierra aunque tiemble. Y honraré vuestro nombre como si fuera el mío.
Su voz ya no tenía nada de sarcasmo. Era grave e hipnótica, como si sus palabras pintaran imágenes fantásticas de nuestra alianza en el aire, entre nosotros.
Entonces, Alanna intervino en mi lugar con su voz suave.
—Yo, Rhiannon MacCallan, Suma Sacerdotisa de Partholon y Amada de Epona, os tomo a vos, El ClanFintan, en matrimonio el día de hoy. Acepto que ninguna llama pueda alejarnos, ningún mar ni lago pueda ahogarnos, y ninguna montaña pueda separarnos. Y honraré vuestro nombre como si fuera el mío.
—¿Aceptáis todo esto, lady Rhiannon?
Al hacerme la pregunta, me apretó la mano hasta que estuvo a punto de hacerme daño.
—Mi señor, ella no puede recitar el juramento —dijo Alanna con preocupación.
—No, el juramento no, pero puede decir una sola palabra que muestre si está de acuerdo o no —dijo él, y me apretó la mano un poco más—. ¿Estáis de acuerdo en respetar este juramento, lady Rhiannon?
—Sssíí —susurré yo.
Él no pestañeó. Aflojó la mano y le dio la vuelta para que la mía quedara sobre la suya, con la palma hacia arriba.
—Entonces, está sellado. Por espacio de un año, nos pertenecemos el uno al otro.
Sin apartar su mirada de la mía, levantó mi mano hasta su boca. Con cuidado, tomó entre los dientes la zona carnosa de músculo que había bajo mi dedo pulgar y me mordió. El mordisco fue rápido y, en realidad, más sorprendente que doloroso.
Yo debía de tener los ojos abiertos como platos cuando tiré de la mano para zafarme de su contacto.
Me he casado con un caballo.
Y muerde.
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